Los depósitos de agua (tinacos) instalados gracias al proyecto financiado por la empresa social AUARA y la Fundación Tomás Pascual-Gómez Cuétara, desarrollado entre junio de 2024 hasta enero pasado, se han mejorado significativamente las condiciones de vida de familias indígenas de la etnia Q’eqchi’ en la zona rural de Tonitzul, en Alta Verapaz.
Más de 30 familias (66 hombres y 70 mujeres) cuentan ahora con un lugar salubre donde depositar el agua y disponer de ella durante los hasta cinco meses de sequía. Antes de la llegada de este proyecto, la comunidad acumulaba el agua de lluvia en botellas recicladas de refrescos y en bolsas de plástico reforzados con sacos de polipropileno colgados del techo de la casa, lo que aumentaba la multiplicación de bacterias y la presencia de mosquitos transmisores de enfermedades. Sin embargo, ahora cuentan con un depósito cerrado, con filtro y con capa antibacterial.
Cerca del 40% de los hogares en Alta Verapaz no tiene acceso a fuentes de agua potable. En áreas rurales indígenas este porcentaje puede elevarse al 60%. El acceso al agua potable en las comunidades indígenas de Alta Verapaz es una situación profundamente preocupante que refleja desigualdades históricas y desafíos geográficos. Estas comunidades, mayoritariamente del pueblo Q’eqchi’, viven en zonas rurales montañosas donde la infraestructura básica es escasa o inexistente. La región reporta que el 75% de las enfermedades son atribuibles al consumo de agua contaminada. Sólo el 35% de las comunidades cuenta con sistemas de distribución de agua, y muchos de estos sistemas carecen de mantenimiento adecuado, reduciendo su eficacia y calidad.



La falta de acceso al agua potable tenía un efecto dominó que perpetuaba el ciclo de pobreza y marginación de la población
Además, la falta de acceso al agua potable tiene un efecto dominó en otros aspectos de la vida. Las mujeres y los niños pueden invertir hasta 4 horas diarias en la búsqueda y transporte de agua, por lo que la educación se ve interrumpida, ya que los niños deben ayudar en la recolección de agua y las oportunidades económicas se limitan. Todo esto perpetúa un ciclo de pobreza y marginación que es difícil de romper sin intervenciones significativas.
Con la implementación de sistemas de captación de agua de lluvia y filtros de agua se consigue dar una solución sostenible y adaptada al contexto local para que puedan marcar una diferencia.
Gracias a la intervención se han logrado los siguientes resultados:
- 30 familias (136 personas) cuentan con un tinaco de plástico y con un ecofiltro, para recolectar agua pluvial, almacenarla y utilizarla para autoconsumo doméstico, especialmente durante temporadas de sequía.
- El trabajo colaborativo con la creación de un comité local se vio fortalecido, logrando un impacto significativamente positivo en la cohesión comunitaria.
- Se cuenta con un tinaco de plástico ubicado en la capilla de la comunidad, que estará al servicio de toda la comunidad de Tonitzul.
- Cada familia cuenta con un kit dosificador para clorar el agua y almacenarla en condiciones higiénicas.