Nombre: Marta Vara | Localización: Ashaiman, Ghana | Año: 2015
Conocí “Jóvenes y Desarrollo” un poco por casualidad. Al terminar mis prácticas de máster relacionado con la cooperación al desarrollo decidí que irme fuera podía ser una experiencia de aprendizaje increíble y animarme mucho más a dedicarme a esto, por ello buscando ONG’s que encajaran con los ideales que defiendo y contactando con personas del entorno, aterricé en su sede de Madrid.
Llegué muy motivada a la entrevista pensando siempre en irme a América Latina, me sentía bastante cómoda en esta región y pensaba que sería más fácil la adaptación y poder realizar actividades allí, pero mi perfil encajaba mucho más en Ghana, así que la coordinadora se encargó de romper todos mis esquemas y motivarme mucho para irme a este maravilloso país africano, algo que le agradeceré siempre.
Los preparativos del viaje fueron un poco agobiantes porque no conocía nada de lo que me podía encontrar allí, aunque en el curso de formación nos aclararon un poco las dudas. Y al fin llegó el gran momento.
Aterricé en Ghana un poco nerviosilla, sin entender bien el idioma y alucinando con todo lo que veía en mi camino desde Accra hasta Ashaiman.
Desde el primer día fue un aprendizaje continuo. Entender el funcionamiento de la comunidad salesiana y las normas de la casa, empezar a conocer a los otros voluntarios (en Ashaiman no hay muchos), descubrir el trabajo que iba a realizar, conocer a los compañeros, adaptación a la cultura… pero todo ello acompañada de grandes personas y compañeros.
Mí día a día en Ashaiman era bastante completito. Por las mañanas colaboraba en la oficina de proyectos, el lugar desde donde se redactan y gestionan todas las fases de los proyectos de desarrollo salesianos para la región.
Allí llevaba a cabo el seguimiento técnico y económico de los trabajos que “Jóvenes y Desarrollo” tiene en la región AFW (Sierra Leona, Liberia, Nigeria y Ghana) y buscando nuevas necesidades de intervención. Por otro lado, procesaba los datos necesarios para hacer informes estadísticos en la oficina de desarrollo; realizaba informes técnicos y económicos de sus proyectos; junto a un cooperante, impartí algunos talleres sobre herramientas de cooperación y participé en la primera fase de un proyecto para prevenir la emigración irregular hacia Europa. También participé en el proyecto que la Fundación Real Madrid tiene en Ashaiman y Tema New Town con la ONG Don Bosco Youth Network.
Fue un trabajo muy gratificante que me permitió aprender profesionalmente, viajar a otras regiones de Ghana, conocer más de cerca el funcionamiento de las organizaciones salesianas y, sobre todo, compartir cada día con un equipo genial al que echo muchísimo de menos. Eso sí, al principio me resultó extraño trabajar sólo con hombres, éramos solo cuatro chicas en todos los departamentos.
Por las tardes iba al Child Protection Centre (CPC), un centro de acogida temporal ubicado en Tema/Ashaiman que atiende a menores víctimas de abuso sexual, explotación, trata de personas, corrupción y, en general, a menores en situación de riesgo. Aquí viven niños, niñas y jóvenes que permanecen por un máximo de nueve meses hasta ser reunificados con sus familias o escolarizados oficialmente en colegios internos. En la actualidad, cuarenta y tres niños y niñas entre los 7 y los 18 años reciben atención primaria, psicosocial, refuerzo educativo y educación en valores por parte de profesionales médicos, psicólogos y educadores.
La labor de los voluntarios se centra en las clases de apoyo durante la mañana y actividades lúdicas-deportivas en la tarde. Por ello, yo participaba en los juegos, deportes y talleres que se realizaban con los pequeños y pequeñas.
Fue un trabajo muy enriquecedor personalmente y no dudo que recibí muchísimo más de lo que yo di, un simple abrazo o gesto de cariño hacía tan felices a estos supervivientes que tenía motivación para continuar día tras día, incluso en los momentos de bajón. Desde que llegué a España no he visto sonrisas tan bonitas y especiales como las de los niños y niñas del CPC.
Respecto a la vida con la comunidad salesiana, los momentos en los que más se compartía eran en las comidas. Aunque en Ghana es típico que la gente coma en silencio y cuando acabe se marcha, para los salesianos era el momento de distensión y en el que se compartían las preocupaciones, alegrías y risas. Es una comunidad bastante abierta y con una mezcla de nacionalidades increíble, así que hace la experiencia mucho más bonita.
No me quiero olvidar de todas las personas que trabajaban en la casa, desde los chóferes, personal de mantenimiento, seguridad… hasta nuestro genial cocinero, que preparaba la comida más típica ghanesa y atendía a la morriña de la comida europea.
Muchas gracias a “Jóvenes y Desarrollo” por esta oportunidad; a todo el staff de las oficinas, especialmente a mis compañeros de la PDO; a la gente del CPC, especialmente a esos supervivientes natos; y a la comunidad salesiana por acogerme durante este tiempo.
MEDASE PAAA GHANA! (Muchas gracias, Ghana)
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