Soy María Inés Olivares, salesiana cooperadora de El Salvador. En marzo de 2020 realicé un viaje de turismo a España que según lo planificado iba a durar tres semanas, pero quedé atrapada por la pandemia Covid-19 y la estancia fue de cinco meses, lejos de mi familia, amigos, con compromisos de estudios que cumplir…
Después de unas semanas de asimilar lo que pasaba y asumir que mi regreso no tenía fecha segura y cercana, mi preocupación fue ¿qué puedo hacer para contribuir a esta situación de pandemia desde mis posibilidades? Y no solamente el hecho de pensar que yo también necesitaba ayuda de mi país y de mi amiga que me ayudó con la estancia. Entonces pensé que era el momento de buscar a los Salesianos y ver las posibilidades de contribuir a la causa.
Mi primer acercamiento fue con los Salesianos de Parla, donde me encontré con una comunidad pequeña pero muy acogedora. Tuve la oportunidad de conocer a los animadores del Centro Juvenil, con quienes compartí mi experiencia salesiana en mi país en programas de prevención de violencia, arte y liderazgo juvenil. También pude vivir junto a esta comunidad la hermosa experiencia de la novena y la fiesta de María Auxiliadora.
Finalizando mayo, y tras mantener contacto con la Oficina de Voluntariado de Jóvenes y Desarrollo y Misiones Salesianas, me comunicaron la oportunidad de realizar un voluntariado con Cáritas Madrid Vicaría V, colaborando en sus proyectos que daban respuesta a las necesidades generadas por la pandemia.
Con mucho entusiasmo, inicié un bello proceso de formación sobre qué es Cáritas, qué significa realizar acogida a las personas y cómo hacerlo. En este proceso descubrí un equipo de voluntarios y técnicos de Cáritas que me animaron a dar lo mejor de mí, a pesar de que únicamente realizaba un servicio telefónico de ayuda, en el que escuchaba a las personas, tomaba datos y orientaba sobre los pasos a seguir. Me di cuenta de que este momento era crucial para dar esperanza a las personas que en muchas ocasiones me compartían dificultades que yo misma estaba enfrentando en ese momento.
Me siento muy bendecida con esta gran experiencia que la vida me dio, porque pude vivir profundamente la frase que a veces decimos con mucha ligereza “dando es como recibimos”. Finalmente, en el mes de julio pude iniciar mis trámites para regresar a mi país en un vuelo de repatriación y no podía dejar de agradecer de manera cercana y presencial a los amigos y amigas que me acogieron y me ayudaron a superar los retos que se me presentaron: la oficina de Cáritas Madrid Vicaría V, Jóvenes y Desarrollo y Misiones Salesianas, y la comunidad Salesiana de Parla.
Ahora ya me encuentro en mi país, con mi familia, convencida gracias a mi experiencia en España, que ante los retos -sin importar lo grandes que sean-, siempre podemos salir adelante con la confianza en la Providencia y saliendo de nosotros mismos, para ponernos al servicio de los demás.