SOS Siria: Entrevista con el misionero Alejandro Mendoza

Alejandro José Mendoza es misionero salesiano en Siria desde hace 4 años, justo desde el inicio de la guerra.  Él nos cuenta su experiencia y cómo esta guerra ha cambiado a todo el mundo.

 

¿Cómo es ser misionero en Damasco?

Si nos comparamos, nos sentimos afortunados.  Por ejemplo, en Damasco, a nosotros nos cortan la electricidad todos los días cada 8 horas, pero en Alepo tienen 1 hora de electricidad cada dos días.  A nosotros nos puede faltar el pan, pero a ellos les falta el pan y todo tipo de alimento, a nosotros nos falta el agua 4 horas al día y ellos han estado 3 semanas sin agua.  Hay problemas con el combustible y la gasolina.  Damasco está protegido, pero en Alepo se sufre más.

 

¿Cómo se convive con la guerra?

Dentro de la guerra, rezamos con todo el corazón todos los días para que termine lo más pronto posible, pero dentro de la vivencia del Evangelio ha habido muchas bendiciones.  Antes de la guerra, nuestra obra era un oratorio que atendía 150 niños en edad escolar.  Cuando la guerra empeoró en Damasco, los padres sintieron miedo y dejaron de enviar a los niños, ya solo teníamos 15 o 20.  Comenzaron a llegar las ayudas y queríamos atender a las familias que más necesidades tuviesen, por ello fuimos a hablar familia por familia.  Empezamos a ir a las casas para escucharles y entender las situaciones.  El primer objetivo era ofrecer consuelo, fuerza y ánimo y en segundo lugar ver quiénes tenían más necesidad para ofrecer la atención.

 

¿Cómo es la juventud en Siria?

Los jóvenes viven en una situación muy difícil de desesperanza.  Un joven que está estudiando la universidad y ve que su primo, el que ha estudiado siempre, muere a causa de un proyectil.  Entonces él observa la situación y piensa “de qué me sirve estudiar tanto, si esto es una lotería”.  Otra cosa muy difícil para los varones es el servicio militar obligatorio.  Allá la regla es que quien no entre a la universidad tiene que hacer este servicio y quien termine la universidad igual.  Ahí está lo más existencial: para qué estudiar, si en 5 años estoy condenado a arriesgar mi vida con un porcentaje muy alto de morir y por una causa de la que no estoy convencido.  Tú debes decidir cada día si mandas a tu hijo a la escuela, sí o no.  Con la cosa que si no lo mandas, estas arruinando su futuro y si lo mandas, estás arriesgando su vida. 

¿Cómo se vive la fe?

Cuando comenzó la guerra, todo el mundo entró en crisis porque no tenían dónde aferrarse.  La gente se puso a rezar y vieron que la guerra no terminaba y fue muy fuerte porque se empezaron a preguntar dónde estaba Dios.  La gente entro en crisis de fe muy fuerte.  Quienes han logrado superar esto, comienzan una vivencia de abandono total en el señor, es un abandono muy activo, de empezar a construir con sus manos el reino, de tratar de que la paz sea al menos entre nosotros.

¿Qué trabajo realizáis con los niños y jóvenes?

Nuestra obra es en el centro de Damasco, es un poco lejos de la zona donde viven los cristianos.  Para ayudar, porque de otra forma no vendrían nunca, enviamos buses a buscar a los niños. 

En el último verano, tuvimos 1.200 niños y jóvenes, pero en los dos últimos años hemos trabajado con entre 500 y 600.  En la iglesia no caben más de 300 personas y el último verano era una locura, estábamos todos en el patio jugando y otros estaban en misa, entraba un grupo de niños detrás de otro, ofrecíamos 3 o 4 misas. También ofrecemos actividades integrales de actividades de formación, deportes, juegos, así como  el almuerzo y la merienda, es una forma más humana y familiar de ofrecer una ayuda material sin necesidad de dar un cheque o un kilo de arroz. 

 

¿Cómo os enfrentáis al peligro?

Si yo noto que están tirando proyectiles, no puedo decidir con facilidad cerrar el oratorio porque es el único lugar los niños tienen para vivir, no les puedo cerrar la casa… es su fortaleza.  Hace casi un año, estaban cayendo misiles, avisé para que nadie fuera a misa.  Cuando eran las 5, llegó un grupo de 25 jóvenes que vinieron caminando desde uno de los lugares más lejanos. Yo los regañé, pero me dijeron “quién eres tú para decirme que no venga a misa”.

¿Qué opciones tienen los jóvenes en Siria?

Cuando el hijo varón termina la universidad, está la opción de venderlo todo y andar esta aventura de empezar de cero: sin lengua, sin estudios… pero es la única forma de salvar la vida del hijo.  El momento crítico es cuando los jóvenes llegan al quinto año de la universidad. 

 

Cuando las familias ven la oportunidad de irse antes, la aprovechan.    Sobre todo los varones, las chicas piensan más en quedarse con la familia.  Si vas por las calles, solo hay niños, ancianos y mujeres.

 

¿Alguna vez has querido irte de Siria?

Dos razonamientos.  El primero: los salesianos decimos que lo más importante es el espíritu de la familia.  Si toda la vida he hablado de familia, cuando comienza una guerra en mi familia, yo no me puedo ir y abandonarlos a ellos porque tengo un pasaporte que me lo permite.  Si yo hiciera así por miedo y por defenderme, no podría volver a dormir.  Si yo abandonara a mi familia, me sentiría una persona muy falsa, por respeto a Dios, por respeto a la gente y  por respeto a mí mismo, no.

 

Lo segundo: tengo 36 años, los salesianos me han dado una vida maravillosa.  Todo lo que yo tengo, se lo debo a Don Bosco y a los salesianos,  que me han dado educación, formación, espiritualidad, todo… Siento que ya he vivido y yo tengo la libertad de elegir si quiero estar en Siria o no.  Pero los muchachos no pueden elegir y todavía no han vivido.  Entonces si yo puedo estar para ayudar un poco a que tengan un mínimo de las oportunidades que los salesianos me han dado a mí, me parece que es lo menos que puedo hacer para agradecerle a Don Bosco todo lo que han hecho por mí.
 

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