Desde hace algo más de dos años, Samer y Lina, un matrimonio cristiano sirio, vive acogido en una casa salesiana en España. Llegaron huyendo de la guerra y la persecución y nos cuentan en esta carta el periplo que les sacó de su país y la situación que se vive en Alepo entre las familias acogidas bajo la protección de los salesianos de la ciudad siria:
Somos Samer y Lina, un matrimonio sirio cristiano de la ciudad de Alepo. A causa de la guerra, que sigue sin parar desde hace más de 4 años, nos vimos obligados a salir de nuestro país y a dejar atrás nuestros recuerdos y nuestras raíces. Y ahora vivimos en España con el apoyo de la familia salesiana.
Antes de la guerra, Siria era un país muy tranquilo y muy seguro, donde los diferentes grupos étnicos, que forman la sociedad siria variada, viven entre ellos una convivencia única basada en el respeto de unos por los otros.
En marzo de 2011, el efecto contagio de lo que se llamaba «la primavera árabe» llegó a Siria, al principio la gente estuvo entusiasmada por la idea de ampliar las libertades públicas, por la que salieron las primeras manifestaciones, sin embargo, los grupos islamistas, que habían sido prohibidos por el gobierno sirio porque negaban la constitución civil del estado sirio y querían sustituirlo por la ley islámica «al sariaa», aprovecharon el estado del caos y empezaron a difundir ideas radicales y a formar grupos armados en preparación para la declaración de un estado islámico en las zonas fuera del contro del gobierno sirio.
Durante el primer año de la guerra, estos grupos extremistas pudieron controlar toda la zona norte de Siria, más en concreto desde la frontera con Turquía hacia el interior, y en julio de 2012 ocuparon la mitad de la ciudad de Alepo, donde vivíamos y donde vivían más de 300 mil cristianos. los conflictos entre el ejercito sirio y los extremistas no paraban y los extremistas avanzaban poco a poco dentro de Alepo, hasta que llegaron a finales de abril de 2013, que coincidió con la semana Santa, a una colina que daba al centro de Alepo donde residía la mayoría de los cristianos, y empezaron a lanzar morteros y otros tipos de bombas a nuestros barrios.
El viernes Santo por la mañana, mientras mi mujer preparaba la casa para la pascua, se cayó una bomba justo enfrente del edificio donde vivimos, y rompió todas las ventanas y las puertas de la casa lo que nos llevó a pensar seriamente en dejar el país para salvar nuestras vidas de estos salvajes.
Salir de Alepo era un riesgo para un cristiano porque si cayera en las manos de los extremistas le irían a obligar o a convertirse al Islam o a pagar mucho dinero para soltarle, y los extremistas, que controlaban todos los accesos a Alepo, secuestraban y violaban a mucha gente cristiana e incluso a gente musulmana moderada que está en contra del radicalismo.
Uno de mis amigos, un musulmán moderado, tenía relaciones con las dos partes combatientes, y por eso trabajaba en sacar a personas o cosas valiosas fuera de Alepo para zonas más seguras, fue él que nos ayudó a huir. El miércoles, después de la Pascua, pasó por nosotros en un coche a primeras horas de la mañana, para llevarnos a Líbano, y empezó el camino más peligroso de mi vida, en el que no sabíamos si llegaríamos a la seguridad o perderímos la vida.
Antes de arrancar, el amigo pidió a mi mujer que cubriera el pelo con velo negro para no llamar la atención. Salimos de Alepo y entramos en el terreno controlado por los extremistas, pasamos casi 30 puntos de control de ellos, y gracias al amigo no tuvimos problemas en ningúno, y siempre cuando le preguntaban quienes éramos él respondía «unos primos míos». Así llegamos, después de 7 horas de viaje para cruzar sólo 200 km, a la zona controlada por el ejircito sirio donde el camino era más seguro, desde entonces mi mujer se quitó el velo y continuamos el camino hacia Líbano con más tranquilidad.
En Líbano nos quedamos 4 meses y en agosto de 2013 llegamos a España, y ahora vivimos en una casa de la familia salesiana. No fue fácil acostumbrarnos a un país nuevo y una sociedad nueva donde no saber el idioma ni tener a familiares, pero con la ayuda de muchos amigos españoles, y por supuesto el apoyo de los Salesianos, hemos superado esa época de confusión y pérdida, y hemos podido poco a poco integrarnos en la sociedad.
Ahora cuando veo las noticias de mi país, me da mucha pena la situación tan difícil que viven miles de refugiados mientras intentar llegar con sus hijos a un lugar seguro, sin olvidar los millones de refugiados en los campamentos en los países vecinos de Siria como Líbano y Jordania, y los millones de desplazados que están dentro de Siria pero en lugares donde el conflicto no es tan violento.
Las Comunidades Cristianas en Siria con la colaboración de las Congregaciones Católicas han formado una red para ayudar a los desplazados dentro de Siria, y ofrecen agua, alimentos, ropa, leche para niños, medicamentos, combustible, …etc, incluso abren las casas y los colegios para acoger a los que no tienen donde vivir, por ejemplo en la casa salesiana de Kafrún viven más de 50 familias. Y gracias a Dios, actualmente se mueven muchas iniciativas en Europa y especialmente aquí en España para recaudar fondos a favor de las víctimas de la guerra en Siria.
Por último, quería aprovechar la oportunidad para agradecer a todas las personas que nos han sostenido aquí en España, sobre todo los Salesianos que nos acogen desde hace más de un año, con ellos sentimos la verdadera pertenencia a una familia cristiana unida. Sin embargo llevaremos a Siria siempre en nuestro corazón y en nuestra oración, y esperamos que acabe la guerra pronto para poder volver a nuestra tierra y reunirnos con nuestras familias que están repartidas por todos lados a causa de esta maldita guerra.
¡AYUDA A LAS FAMILIAS CRISTIANAS ACOGIDAS EN LAS CASAS SALESIANAS DE SIRIA!