Pilar Muñoz y Rosa Morago han estado en Ecuador cumpliendo uno de sus grandes sueños que era ser voluntarias en el extranjero y trabajar con grupos en situación de vulnerabilidad. Su labor se desarrolló en la Granja Don Bosco de la ciudad de Ambato, obra que forma parte del Proyecto Salesiano de Ecuador «Chicos de la Calle».
Ambas consideran que ha valido la pena la decisión tomada, y se sienten satisfechas por el deber cumplido, la convivencia con niños, niñas y adolescentes de esa obra les ha enseñado a mirar la vida desde otra perspectiva: «Aprecias su sencillez y la capacidad que tienen para ser felices con muy poco, con lo necesario. Juegan con lo que tienen, y no se quejan ni aunque tengan 40º de fiebre». A Pilar se le quiebra la voz y sus ojos se llenan de lágrimas al recordar las historias de vida con los chicos: «¡Qué bien me lo he pasado junto a los 22 chicos!», y a Rosa este tiempo le ha enseñado a «valorar cada momento de la vida, a disfrutar al máximo con la gente que tienes a tu alrededor y no perder el tiempo en cosas banales que forman parte de la rutina diaria», y recuerda con emoción todo el cariño que recibió y que la hizo sentir como en familia.
Uno de los retos que asumieron fue adaptarse a la realidad de los muchachos: despertarse desde muy temprano, ayudarles en su aseo personal, colaborar en el lavado de la ropa y también disfrutar de sus juegos, de los espacios recreativos y apoyarles también en su formación humana. Al preguntarlas sobre su contibución a la vida de los niños y jóvenes no dudan en responder que lo que más les entregaron fue amor, cariño y compañía para estar con ellos en los momentos de felicidad, pero también saber escucharles y apoyarles en las situaciones de tristeza, pues viven alejados de sus familias por diferentes circunstancias.
El reconocimiento que se llevan Pilar y Rosa son los abrazos, las palabras de afecto y el sentir que su labor valió la pena para alguien que realmente lo necesita, y por ello ambas hacen una invitación a los jóvenes que tienen interés por hacer algún tipo de voluntariado para «que se lancen, porque la experiencia no les va a decepcionar. Siempre te vas a llevar algo bueno, conocer realidades diferentes te abre la mente y hace que mires la vida de otra manera».
Pilar y Rosa asumieron un compromiso propio: volver en el 2019 a la Granja Don Bosco y con seguridad los niños y jóvenes las estarán esperando con los brazos abiertos.