Iniciativa Solidaria: experiencia en Marruecos

El pasado mes de Julio un grupo de 10 jóvenes del Colegio Niño Jesús (Burgos) viajó a Marruecos para disfrutar de una experiencia educativa que puso el broche final a un curso lleno de trabajo y proyectos.

SUM – Soy uno más, es el nombre de la agrupación musical compuesta por chicos y chicas de 14 a 22 años que nació unos meses antes con el objetivo colaborar con países empobrecidos.

Durante varias semanas se formaron en diferentes talleres para aprender la ejecución de distintos instrumentos musicales que les permitió integrarse en una agrupación y sensibilizar y recaudar fondos destinados a un proyecto de empoderamiento de la mujer en Dakar, Senegal, a través de la venta de su primer disco “Razón de Ser”. 

Tras presentar su proyecto al certamen de Iniciativa Solidaria fueron galardonados con una experiencia en Tánger. El objetivo del viaje fue conocer la realidad de otro país culturalmente muy diferente al nuestro  y reflexionar sobre la situación de las personas que viven allí.

Tras varias reuniones de preparación en las que pusimos en común las expectativas de esta nueva aventura, viajamos acompañados por 10 jóvenes, Faustino – profesor y promotor del proyecto-  y personal del Departamento de EpD de JyD.

Marruecos ha sido, hasta hace unos meses, una de las puertas de entrada que muchas personas de África subsahariana elegían para migrar al continente europeo.  Desde hace algún tiempo, la colaboración entre gobiernos y aumento de la vigilancia ha hecho que todas estas personas que buscan una nueva vida hayan tenido que cambiar esta ruta a otros países.

La mañana del 10 de Julio comenzamos el mismo viaje a la inversa y recordando a las miles de personas que han perdido su vida en el mediterráneo cruzamos el estrecho camino hacia Tánger, la Ciudad Internacional que en otros tiempos acogió a gente de diferentes culturas y países.

 

 

 

Una vez en puerto la primera parada fue Chefchauen un pueblecito a la orilla de las montañas del Rif y muy cercano a la ciudad de Tetuán.

Nada más llegar descubrimos el porqué del nombre del pueblo que en su traducción del bereber significa “Ver – cuernos” en referencia a dos picos que se elevan como una muralla natural en las cercanías de la ciudad.

También descubrimos que esta localidad, que destaca por el color azul que inunda sus calles y sus plazas, es muy visitada por personas españolas que pasan los meses de verano.

Sin darnos cuenta nos envolvimos en la rica cultura árabe. Nos adentramos en la medina, la parte amurallada de la ciudad y vivimos en primera persona el ambiente colorido de su zoco.

El viaje también nos descubrió la riqueza natural del Puente de Dios y sus cascadas enmarcadas en el parque Natural de Talassemtane y la hospitalidad de su gente con la que compartimos tés y tajines, además de charlas que nos ayudaron a comprender mejor la religión musulmana. También pudimos ver las condiciones en las que viven las personas en la zona rural donde las carreteras están sin asfaltar y  los vecinos recorren largas distancias a pie para ir al mercado con sus animales y sus frutas una vez a la semana.

Después de esta inmersión cultural dedicamos varios a días a conocer diversos proyectos que se desarrollan en Tánger con diversos colectivos en situación desfavorecida, especialmente con mujeres e infancia.

Visitamos la Casa Azul de la Asociación Darna, que significa “Nuestra Casa”,  y sentimos que realmente era así: nos recibieron algunos jóvenes que disfrutaban de distintas actividades de ocio y tiempo libre durante el verano, como talleres de circo. Tuvimos la oportunidad de dialogar con ellos y compartir un idioma universal: la música. Destacaban los instrumentos artesanales y el ritmo que le imprimían a sus melodías.

 

 

 

 

También visitamos la Casa de las Mujeres que cuenta con un restaurante y varios talleres de confección que les permiten obtener recursos para sacar adelante a sus familias.

El último proyecto que visitamos fue la Granja Pedagógica, de la misma asociación que en otros tiempos estuvo financiado por la AECID – al igual que los anteriores- , con un interesante modelo de formación integral que recibía a jóvenes en situaciones de vulnerabilidad del entorno.

Acompañados de su educador pudimos ver los huertos que ellos mismos atendían y los animales de los que se hacían cargo. El objetivo es capacitarles en diferentes oficios que les permitan romper el círculo de la pobreza y tener una vida con plenos derechos.

En este ambiente rural y mágico el encuentro con otros jóvenes estaba asegurado. A través de la música, de nuevo, entablamos una interesante conversación con un grupo de jóvenes que nos contaron sus expectativas de futuro y sus sueños, que finalmente descubrimos que no eran tan diferentes a los nuestros.

En Tánger, una gran ciudad, pudimos ver la cara más amarga de la pobreza: los niños y las niñas que viven en la calle por diversos motivos. El impacto nos hizo reflexionar y analizar las causas que les llevaban a esta situación de pobreza y abandono. La inmigración y la falta de recursos familiares fueron algunas de las conclusiones a las que llegamos.

Y así terminamos nuestro viaje del que volvimos con nuevas perspectivas y una nueva canción para el grupo compuesta en la tranquilidad que nos brindó aquel gran país.

Ya de vuelta en España nos toca ponernos “manos a la obra”, empaparse de lo vivido y lo aprendido y seguir movilizando a nuestro entorno para lograr un mundo mejor.

 

Mira los vídeos que resumen la experiencia: