Entrevista a Lothar Wagne, director de Don Bosco Famul en Sierra Leona

Jóvenes y Desarrollo continua con la Campaña Hijos del Ébola apoyando a los Salesianos en su compromiso de atender a las víctimas del ébola.

Como ya informamos anteriormente, el Gobierno de Sierra Leona ha pedido a los misioneros que se ocupen de los niños, que bien han perdido a sus familias o bien han sido repudiados por las mismas ante el temor al contagio.

A continuación, reproducimos la entrevista publicada por ANS y realizada por la revista «Político» al salesiano Lothar Wagner,  director del centro Don Bosco Fambul en Freetown, Sierra Leona.

(ANS – Freetown) –Sierra Leona es uno de los tres países de África occidental en los que el Ébola ha golpeado con más fuerza. El salesiano Coadjutor  Lothar Wagner trabaja en Freetown, la capital de Sierra Leona como director de la organización Don Bosco Famul. Cada día se confronta con los horrores que deja esta enfermedad en las personas.

¿Cómo vive Sierra Leona la actual situación?
Respecto a la ayuda política internacional, resulta frustrante. Habríamos podido evitar este calvario si Occidente hubiera reaccionado inmediatamente de la forma más adecuada. Hasta ahora, en el país hay sólo médicos y expertos en epidemias que vienen de China y de Cuba, y al menos ellos nos dan mucha esperanza. La gente está golpeada y sumamente asustada.

¿Cómo ha evolucionado la situación en los últimos meses?
Al inicio ha estado cautamente desvalorizada, es decir no se ha tomado muy en cuenta.  Después, imperdonablemente ignorada. Se daban ritos de brujería tradicionales y acusaciones de naturaleza política. Todo esto ha llevado a un desánimo depresivo que se cierne sobre la población. Ahora esperamos que con la ayuda internacional podremos vencer la batalla contra la epidemia y así volver a iniciar una vida normal.

¿Cuál es, en general, el estado de ánimo del país?
Depende de cada lugar. He regresado de Porto Loko donde he podido visitar un Orfanato. Me han puesto en cuarentena debido al hecho de que el responsable ha estado en el funeral de una víctima del Ébola. Treinta y nueve niños trabajadores han sido abandonados a su suerte. En particular, en las zonas rurales prevalece la estigmatización, el miedo y una gran creencia en la brujería. La gente cree que las personas enfermas han sido castigadas por sus malas acciones. En la capital, en Freetown, la población está más informada sobre la situación de la epidemia. Sin embargo el miedo prevalece también ahí. Todos están en alerta. “Ningún contacto corporal” es la advertencia que se escucha frecuentemente por las calles de la ciudad.

¿Quién sufre más en esta epidemia?
En primer lugar, los mismos enfermos, naturalmente. Pero después, también todos los sospechosos de estos casos, las personas a las que se pone en cuarentena. De todas formas, a todos estos grupos la población en general los mira con hostilidad. Quien entra en cuarentena se ve limitado a recibir poco alimento así como escasez de otras ayudas importantes. Gracias a nuestro servicio en línea telefónica de atención a los menores y a los centros de acogida, nosotros, en Don Bosco Famul estamos en contacto directo con niños y jóvenes y percibimos sus carencias y dificultades.

Quienes más sufren son los niños que han visto a sus padres morir y también los jóvenes y las jóvenes que han sido infectados y que habiendo sido curados, son después marginados por sus familias. Y después están, naturalmente, quienes ayudan. Deben ser extremadamente cuidadosos con todas las medidas de seguridad de tal forma que ellos mismos no se vuelvan a contaminar con el virus.

¿Qué significa la epidemia en su trabajo cotidiano?
Nos preparamos con mucho cuidado. Ahora más que nunca tenemos que ser hábiles observadores. ¿Cómo se comportan los niños? ¿Duermen en un banco o sufren de fiebre y están enfermos? Comprobamos su temperatura cada tres horas. Los procedimientos de admisión a las casas requieren más tiempo, dado que se documenta toda la historia médica y registramos todas las áreas en las que el niño ha vivido durante las 3 últimas semanas. Se admiten tanto huérfanos como niños enfermos. También se cuadruplicó el número de llamadas a nuestra línea de crisis.

¿Cómo se siente personalmente?
Muy bien. Por lo que respecta a mi salud, física y mental, no puedo quejarme. Tiene sentido estar aquí, en este lugar, en este momento, aunque muchas veces parezca que no tiene sentido. Pero muchas cosas son ambivalentes en la vida y en la fe (…)

¿Cómo se hace frente al miedo?
Soy bueno para suprimirlo (ríe). El miedo viene sólo cuando hay un caso sospechoso en nuestra institución. Esto ha ocurrido dos veces. En tal caso, todo debe funcionar sin problemas. Aislamiento inmediato, tratamiento y llamada a los médicos. Y si se necesita algún tiempo antes de que el niño sea trasladado, me preocupo, me torturo por las preguntas, por ejemplo, si protegemos lo suficiente a los otros niños y al personal de estos casos… Pero no podemos cerrar ahora. Hay muchos dilemas de naturaleza ética que debemos enfrentar.


¿Cuáles el papel de Dios y la fe en este contexto?
Sin Dios y mi relación con él, seguramente, no estaría aquí. O me escondería en mi oficina para hacerme cargo de la logística en la computadora, para acallar la conciencia. Pero yo nunca había estado tan feliz de vivir aquí y ahora. Sí, estoy feliz. Los encuentros cotidianos con los niños y los jóvenes son para mí encuentros con Cristo. (…) A través de ellos y a través de Jesús yo sé que mi vida no va a terminar con la crucifixión, sino que celebraremos la Pascua.

¿Qué le gustaría decirle a Occidente?
Existe una gran simpatía entre la gente y una gran solidaridad global. Esto me da la fuerza para continuar. Sólo en Alemania se han ofrecido 5.000 soldados y civiles. ¡Es impresionante! Ahora, el Gobierno alemán debe dar inmediatamente a estos voluntarios la oportunidad de ayudar aquí, en este puesto. Pero todo toma demasiado tiempo y los gobiernos occidentales siguen siendo reticentes. Aprovecho de igual manera para hacer un llamamiento: envíen hospitales móviles con al menos 5.000 camas, laboratorios, expertos epidemiólogos, médicos y enfermeras. ¡Este es el momento para evitar una epidemia global!

(Fotos ANS)