En Entrevista: Armando Tzul, Fundación Talita Kumi (Guatemala) 1ª Parte

 

Armando Tzul es laico, trabaja en la Fundación Talita Kumi desde hace 20 años y, en la actualidad, es Gerente General de la misma. Su propia historia, hace que tenga una especial confianza y relación con los objetivos que la organización busca mediante sus programas y proyectos.

Armando sostiene: «vengo de una familia de extrema pobreza que a través de la educación y la formación logró salir adelante. En estos casos, se cree que “soy un pobre que genera más pobreza”. Pero está en mi caso demostrado, y es lo que se busca e impulsa en la institución: que a través de la formación se pueden dar oportunidades y los jóvenes pueden salir adelante. Y es lo que les digo a ellos».

Asimismo, es muy consciente de que trabajan para «dar oportunidades a gente que sí que tiene la capacidad, pero lo que no ha tenido es la posibilidad de poder desarrollarse, de poder hacer algo. Tanto por él mismo, como por los demás. Así fue como comencé en Talita Kumi hace 20 años. La mitad de mi vida. Un recorrido muy bonito».

 

«Talita Kumi significa: Niña, a ti tedigo, levántate»

 

Origen e historia de Talita Kumi

La historia de Talita Kumi se remonta a 45 años atrás cuando Jorge Puthenpura, salesiano de nacionalidad india, llegó a Guatemala. En este sentido, Armando cuenta que «Puthenpura empezó a conocer las áreas más lejanas y más pobres de la región norte del país y empezó a trabajar. Y así estuvo durante muchos años hasta que en 1988 presentó un proyecto. Y ahí, fue el inicio de la Institución». A partir de ese momento, como Fundación para el desarrollo integral de la familia campesina, tuvo como primer financiador la Fundación Kellogg’s para el “Proyecto Desarrollo de las familias Quetchi”, que se enfocaba en el grupo étnico de la Alta Verapaz en Guatemala.

El nombre de la Institución “Talita Kumi” está en arameo, el idioma que habló Jesús, y significa: “Niña, a ti te digo, levántate”. La elección del mismo no es fortuita y Armando  llama la atención sobre la denominación: «el nombre es interesante, porque narra la historia de un médico muy famoso que lo llamaron para ir a curar a una niña. Mientras la familia iba a buscar al médico llegó Jesús y, no sólo se enfocó en ella, agarró la mano a la mamá y al papá y dijo: “Talita Kumi”. Entonces, yo menciono esto porque Jesús integró a la familia. Y, efectivamente, eso pasa también con nuestros proyectos».

En consecuencia, se centran en «mujeres y niños principalmente, sí. Pero el trabajo es con la familia». Es decir, aunque sus principales beneficiarios son las mujeres y la infancia, se intenta integrar a toda la familia en sus programas, con el fin de conseguir una eficacia completa.

Por último, «en términos generales, lo que trabaja Talita Kumi es la educación, la salud y la asistencia técnica productiva». De hecho, reitera que «todos estos temas los abordamos de manera preventiva en comunidades. Aunque lo más fuerte de la institución es la educación, también se centra en el “desarrollo económico”, pero más que desarrollo económico es que ellos tengan acceso a los alimentos. En la región en la que estamos, en promedio, un 60% de niños menores de 5 años sufren desnutrición. Y eso es muchísimo».

 

«Cuando una señorita llega a Talita Kumi es el primer triunfo»

 

 

 

Inclusión social de la mujer

En primer lugar, es necesario tener en cuenta la realidad y la situación a la que la mujer se enfrenta. Armando menciona que «de lo que se veía y, de alguna manera se mantiene en las comunidades, es la exclusión de la mujer en los procesos de educación formal. De los datos del año pasado, únicamente un 5% corresponde a las señoritas que están estudiando secundaria. Es decir, un 95% está fuera, no está estudiando». Además, una de las metas que se busca es retrasar la edad reproductiva de la niña, «en Guatemala a los 14 años una niña ya puede ser mamá. Bueno, aunque realmente la edad reproductiva allí es de 10 años. Niñas. Acaban siendo niñas con niñas».

De esta manera, Talita Kumi «enfoca su trabajo en proyectos de inclusión principalmente a la señorita, a la mujer. Y trabajamos proyectos de educación formal, que es la secundaria, el diversificado y la universidad para mujeres del área rural. Pero también proyectos que se enfocan en la salud preventiva, es decir, hábitos de higiene personal, del hogar, del manejo de alimentos, de la comunidad… y luego procesos de vacunación para niños y capacitación y formación a comadronas».

El trabajo, no obstante, es complejo puesto que en un primer momento «hay que hacer todo un proceso que en las comunidades a veces puede llevar hasta dos años solo para poder tener el aval de la autoridad comunitaria, de los padres de la familia y de quienes toman la decisión para que vaya una señorita diez meses a vivir en el centro educativo. Pero sí, sigue siendo un reto. Pero cuando una señorita llega a Talita Kumi es ya el primer paso, el primer triunfo».

 

La educación: herramienta transformadora

La educación es uno de los ejes básicos y centrales de Talita Kumi: «tenemos un programa de atención preescolar a los niños, porque hasta los 7 años, los niños en Guatemala no tienen atención en el área rural. Y, aunque los datos oficiales manejan un 20-30% de atención de cobertura del gobierno, en la realidad, no está. No tienen una adecuada atención y, por eso, en el primer año de primaria hay una deserción… casi todos los niños se van. Hay varios factores, pero de los que más influyen son que no les hablan en su idioma y que no han tenido la estimulación para que ellos desarrollen la motricidad fina y la gruesa. Y por eso es que nosotros impulsamos el “Proyecto de estimulación oportuna” que básicamente lo que hace es eso: darles una estimulación a los niños, para que ellos puedan a través del canto, del juego, de trabajos manuales… llegar a 1º de primaria y puedan agarrar un lápiz. Porque nunca lo han hecho. Y no tanto que no lo hayan hecho, sino que sus manos no están adecuadas para ello, porque están en el campo y hacen otras actividades menos la de motricidad fina que se necesita para poder agarrar un lápiz».

Armando revela: «atendemos a 1.500 estudiantes de manera directa y a otras 1.500 más que apoyamos con todo. Les damos una beca en efectivo y se insertan al sistema educativo público. Eso son 3.000 mujeres de una región en la que hay 5 millones de habitantes. Que aunque la aportación y ayuda es grande, sigue siendo muy poco para toda la necesidad que hay. Entonces la labor primaria sigue siendo la sensibilización de las comunidades». Esto es, «ir a la comunidad para ir hacer todo un proceso de sensibilización de cómo el aporte de la mujer puede ser más significativo, que lo que se hace a través de la exclusión».

A estas dificultades, se le une la extensión territorial de Guatemala. O dicho de otro modo, las distancias al centro educativo: «ellas van y vienen todos los días. Pero hay comunidades tan lejanas que, incluso tardan 18 horas para ir desde su comunidad al centro educativo. Y está en Guatemala, no salen del país. A ellas las tenemos en un internado, donde viven desde enero a octubre con nosotros. Atendemos a 200 estudiantes en el internado con todo lo necesario académicamente, además de las 3000 estudiantes, que son becadas por la Institución». Consiguen evitar la deserción académica, «este año tuvimos un 98% de retención. Es el más alto. Incluso en España este año fue de un 80%, lo que supone que de cada 100, 20 estudiantes se fueron de la secundaria. Nosotros logramos un 98% y de familias en extrema pobreza. Eso quiere decir que el modelo está funcionando».

 

 

 

 

Lee aquí la segunda parte…