La palabra criolla “Fambul”, familia en español, da nombre a la ONGD y programa que los Salesianos de Don Bosco desarrollan en Freetown, Sierra Leona.
La Organización comienza su andadura en 1998 en pleno conflicto civil, siendo en la actualidad una de las instituciones más reconocidas en el país, especialmente por su trabajo con los niños y niñas de la calle.
Don Bosco Fambul trabaja en Freetown llevando a cabo proyectos sociales centrados en la rehabilitación de menores de la calle, la acción comunitaria, formación profesional, y atención a menores víctimas de abusos y/o trata a través de la línea 116, totalmente gratuita, confidencial, disponible las 24 horas del día y con cobertura en todo el país.
Las cerca de 80 personas que trabajan aquí, así como los voluntarios, son profesionales del área social y están comprometidas con el bienestar de los menores y jóvenes en situaciones de riesgo. Además, tienen interiorizado y aplican en su día a día el sistema preventivo de Don Bosco.
En los proyectos de menores (REHA, Girls Shelter, Childline), mediante el apoyo y trabajo conjunto entre trabajadores sociales y sus familias de origen o extensas, se consigue la reunificación y garantizar la sostenibilidad. En el caso de la prisión (Pademba Prison) los objetivos se centran en mejorar las condiciones de vida de los internos y garantizarles la asistencia legal. Con los jóvenes del “Group Homes”, se trabaja especialmente la capacitación para comenzar su andadura en el mundo laboral y conseguir su independencia económica, así como, el fomento de las habilidades sociales.
Y a esta gran FAMILIA me uní después de poco tiempo de espera en Madrid tras mi llegada de Ghana. Al contrario de lo que se podría esperar, después de casi dos meses aquí me es bastante difícil describir sentimientos, emociones y el día a día en Freetown porque siempre ocurre algo inesperado que me altera la rutina y me remueve en mi interior.
Sierra Leona estuvo en conflicto civil desde 1991 hasta el año 2002 (como diríamos en España, hasta antes de ayer), durante este tiempo el uso masivo de niños soldados (introduciéndoles en el mundo de las drogas para cometer los crímenes), el tráfico de diamantes de sangre y todo tipo de violaciones de derechos humanos estuvieron a la orden del día. Incluso en el postconflicto estos hechos permanecieron vivos, especialmente en cuanto a violencia contra las mujeres [Amnistía Internacional, Annual Report 2015].
Desde 2014 y hasta enero de 2016, el país sufrió la peor epidemia de Ébola que se conoce hasta el momento, causando 3.955 muertos solo en Sierra Leona (OMS, Marzo 2016). Esto supuso un desafío sin precedentes en cuanto a atención sanitaria, respuesta en emergencias, sensibilización y coordinación internacional. A nivel salesiano, la Comunidad hizo un gran esfuerzo para atender las necesidades de la población y readaptar los proyectos que estaban en curso, lo que tuvo gran impacto emocional y en la convivencia.
Obviamente estas vivencias tienen repercusión en el progreso del país, en la vida de la gente y en su manera de ser. Por ello, puedo afirmar que vivo rodeada de personas que viven día a día, que tienen un carácter fuerte, y que luchan por lo suyo pero, sobre todo, que con sus secuelas, dificultades y experiencias son auténticas supervivientes.
Si hay algo que me marcó cuando llegué a Don Bosco Fambul y, sin duda, influye en mi rutina es Angola Town. ¿Qué es Angola Town? A primera vista un slam (ilegal) a las puertas de Don Bosco; casas de materiales rústicos apiñadas; agua y saneamiento que brillan por su ausencia (no mucho más que en otras calles de la ciudad); niños, niñas, mujeres y hombres conviviendo en espacios reducidos.
Esto es lo que cualquiera puede ver, pero ¿qué me remueve de verdad de Angola? Cada día desde el balcón, paso unos minutos mirando a este lugar, a veces durante el día, otras veces en la noche. Para mí Angola son ganas de no hacer nada y de cambiar las cosas; ver la vida pasar; sueños que parece que nunca llegan y personas que luchan por sus sueños; ganas de luchar y derrota; drogas, prostitución y violencia; supervivencia; música para desconectar y para soñar; vida en familia; comunidad; la alegría de los más pequeños; y… también Don Bosco Fambul.
En medio de esta marabunta está uno de los “Group Homes” de la ONG salesiana, además los pequeños y pequeñas son asiduos del Youth Center y, por supuesto, la Comunidad tiene respeto y muy buena acogida en el barrio.
Quizá porque ellos también son jóvenes, porque se enfrentan a dilemas de futuro profesional por los que todos hemos pasado, porque tienen dudas existenciales que no me resultan tan extrañas, y principalmente, porque hablando con ellos me di cuenta de que necesitan que les motiven y les escuchen, me une un vínculo especial con los chicos del “Group Homes” de Fort Street. Vínculo que los coordinadores del proyecto han decidido aprovechar, iniciando una actividad conjunta de discusión de temas de actualidad que les incentiva en la lectura, les hace pasar menos tiempo en Angola Town y les permite expresarse en su entorno de confort.
Ellos saben que me están aportando un montón de energía positiva, hasta les agradezco los dolores de cabeza y todo lo que me hacen pensar, porque como les comento “es un lujo vivir cada día en lo que podía ser un documental”. Es decir, rodeada de jóvenes que han vivido en circunstancias bien lejanas a las mías, con vidas bien más difíciles, y que tienen ganas de comerse el mundo.
Mi actividad aquí se centra en el apoyo a la parte técnica de los proyectos de desarrollo que Don Bosco Fambul y la Oficina de Proyectos llevan a cabo en la región AFW (Sierra Leona, Ghana, Liberia, Nigeria). Personalmente no concibo la idea de redactar proyectos sin conocer la realidad de la gente y la problemática que pretendes reducir, por tanto, por la tarde abandono la oficina para volver a casa y seguir pensando en nuevas ideas, tomando notas y memorizando datos, pero esta vez, a través de las historias de mis vecinos, beneficiarios y trabajadores de la ONG.
Por eso, si hay otro proyecto con el que tengo también bastante contacto es con el REHA, pues prácticamente vivo con estos “pequeños” porque mi casa está literalmente en su patio de juegos (con todo lo que esto implica).
En el REHA Project se encuentran los menores rescatados de la calle y pendientes de reunificación. Actualmente, 55 chicos entre los 9-18 años conviven en Don Bosco Fambul por un periodo de máximo 9 meses. Durante este tiempo reciben apoyo educativo (dividido en niveles) para acceder a la escuela formal, tienen actividades de tiempo libre (danza, canto, deportes, excursiones), además de necesidades básicas cubiertas, atención médica y apoyo psicológico.
Puedo garantizar que cuentan con un equipo de profesionales muy bien organizados y que aman su trabajo y les dan todo el cariño y apoyo del mundo. Para mí siempre es genial sacar un ratito para compartir con ellos talleres de música o aprender krio, al final los achuchones y sus sonrisas son lo más bonito.
Aunque lo comenté al principio y no hay espacio ni es el objetivo describir cada proyecto de Don Bosco Fambul, me gustaría reiterar que estos proyectos son proyectos con mucho corazón y el “Girls Shelter”, además de corazón tiene una motivación y lucha especial, principalmente por la reivindicación de los derechos de las niñas y mujeres en Sierra Leona y por la necesidad de incluirlas cada vez más en la actividad social, más allá de los abusos que hayan sufrido. Son puro testimonio y no tengo duda que en el futuro serán la clave del progreso de su país.
Después de escribir todo esto, reitero que me es difícil expresar sentimientos, emociones y describir mi día a día, pero espero que todos los que me lean sientan que a pesar de las dificultades siempre hay motivos y personas por los que ser feliz y creer en este trabajo maravilloso, como dice mi compi (y otro apasionado de Angola Town) Gian Paolo (VIS) “el trabajo más bonito del mundo”.
Marta Vara