Catalina y Manuel son los nombres ficticios de los dos jóvenes colombianos de 19 años de edad que estuvieron el pasado 22 de febrero en Bilbao para dejarnos un mensaje de paz y reconciliación.
El relato de su vida, sin embargo, es real. Hasta llegar a Ciudad Don Bosco Medellín, ambos, al igual que los más de 10.000 niños soldados que se calcula forman parte de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), atravesaron por una dura experiencia que los marcó profundamente. Los ansiados acuerdos de Paz que firmaron el Gobierno de Colombia y las FARC abren la ventana a la esperanza, tras una cruenta guerra que ha durado 52 años y se ha cobrado más de 220.000 vidas.
Catalina era una niña de tan solo 13 años de edad cuando las FARC llegaron a su pueblo. Cansada de sufrir malos tratos en su hogar, el ingreso en las FARC fue para ella una vía de escape ante la situación que estaba atravesando. Tras la muerte de su novio en combate contra el ejército colombiano, decidió huir de la selva y posteriormente ser acogida por los programas de protección de la infancia de los salesianos
Manuel tenía solo 8 años cuando salió junto a su hermano de su casa para vivir como un niño de la calle. Así pasaron 6 años de su vida hasta que con 14 y 15 años respectivamente ambos decidieron ingresar a las FARC “por curiosidad”. La falta de expectativas en su vida, nos cuenta Manuel, lo llevó a buscar una falsa salida que se convirtió en la peor de las pesadillas. Su hermano, reacio a la disciplina militar de las FARC, fue finalmente fusilado por la propia guerrilla. Ante esta situación Manuel decidió huir y pedir protección ante las autoridades colombianas.
Catalina y Manuel ingresaron en el Centro Don Bosco Medellín. Allí, Catalina empezó a reconciliarse con su femineidad y a relacionarse, lejos de la disciplina de la guerrilla. Ambos recibieron educación, formación profesional y sobre todo el cariño y la cercanía de los salesianos.
Hoy Catalina, que sigue en el Centro Don Bosco Medellín, ha recuperado la relación con su madre. Egresada en artes gráficas, ansía recuperar su sueño de la infancia y convertirse en enfermera para así poder ayudar a los demás. Manuel, que ya vive de forma independiente, egresó del centro Don Bosco como bachiller en metal-mecánica
En su paso por Bilbao, Catalina y Manuel vinieron acompañados por Rafael Bejarano, Director de Ciudad Don Bosco, James Areiza, Coordinador de los Programas de Protección de la Infancia Ciudad Don Bosco y Alberto López, representante de Misiones Salesianas.
Durante la mañana del 22 de febrero proyectaron el vídeo “Alto el Fuego” y compartieron su experiencia respondiendo a la inquietud de más de 600 alumnos de ESO, Bachiller y FP del Colegio Salesianos Deusto. Por la tarde el acto estuvo dirigido a colaboradores de Misiones Salesianas y de Jóvenes y Desarrollo, directores y directoras de centros educativos, ONGDs y autoridades eclesiásticas, del Gobierno Vasco, Diputación Foral de Bizkaia y Ayuntamiento de Bilbao. El salón de actos de colegio se llenó con la participación de más de 150 personas.
Entre los asistentes contamos con la presencia de los voluntarios y voluntarias del País Vasco que año tras año, durante el verano, acuden al Centro Don Bosco Medellín con Jóvenes y Desarrollo en el marco del programa del Gobierno Vasco Juventud Vasca Cooperante. Su aportación es ampliamente valorada por todo el personal del Centro Don Bosco Medellín. Este centro, durante los últimos 15 años ha atendido y dado atención psicosocial a más de 2.300 jóvenes colombianos. El mensaje que traslada su director es claro: “Basta ya de estar involucrando a los y las jóvenes en las guerras.”