Carta desde Sudan del Sur

Compartimos con todos vosotros la carta que desde Sudán del Sur nos envía el P. Ferrington P. Rayen, salesiano que desde este jovencísimo país asiste a la espiral de violencia desatada.

«Tras solo dos años después de su independencia, el país más joven y pobre del mundo ha caído en  una espiral de violencia y brutales asesinatos.
 
Todo por lo que ellos lucharon parece haber desaparecido en cuestión de minutos al confiar en el poder de las armas para resolver sus diferencias, que en cuestión de segundos se volvieron en un problema tribal.

Todo comenzó el 15 de diciembre de 2013 y después de 3 semanas las armas de fuego y la artillería pesada todavía se siguen oyendo. Y lo peor parece que todavía está por venir:

Las denuncias de violencia en Sudán del Sur se están incrementando drásticamente creando una gran crisis humanitaria, calificada ya de catastrófica. Hay muchos reportes de asesinatos brutales por represalias en base a diferencias étnicas. La mayoría de los enfrentamientos están siendo entre las dos mayores tribus del país –Dinka y Nuer-.
Los mercados y las tiendas de comida están siendo saqueadas y los comerciantes están saliendo del país, por lo que muchas zonas se están quedando sin alimento.
Los cadáveres se ven en los caminos de los alrededores de la capital y en los otros lugares donde se están produciendo los enfrentamientos. Nadie quiere enterrar los cuerpos por miedo a represalias de las milicias tribales armadas.

Las fosas comunes están siendo reportadas para ser documentadas por la ONU y otros organismos de control. Los Nuer que están en los campamentos de la ONU en JUBA no se atreven a salir por temor a ser asesinados.

En otro estado de Sudán del Sur, los rebeldes atacaron el compound de Naciones Unidas de Akobo, matando a dos miembros del personal de Naciones Unidas, para acabar matando a los Dinka que estaban refugiados. Sonidos de metralletas, junto con explosiones de morteros y disparos de los tanques, continúan oyéndose esporádicamente en la ciudad de Bor (a 120 millas de Juba). La batalla se está acercando poco a poco a la capital Juba. Si esto llegará a producirse, el resultado sería catastrófico y habría numerosas muertes de civiles.

El número de sud-sudaneses que han sido forzados a huir de sus hogares, podría duplicarse de los 300.000 actuales a los 600.000 si la violencia continua y los líderes de los dos bandos no logran llegar a un acuerdo de paz en los próximos días. La gente (mujeres y niños en su mayoría) está cruzando el río Nilo para escapar de los intensos combates en la ciudad de Bor. El precio de cruzar el río es de 30 usd por persona (150 libras sud-sudanesas al cambio), así que en algunos casos, los padres solo envían a sus hijos, ya que no pueden permitirse el lujo de ir toda la familia.

Cuentan infinidad de historias sobre personas ahogadas en el río. Cuando hay un tiroteo, la gente se precipita al río y los niños pequeños y los ancianos se ahogan. Gente que se cae de los mismos barcos, o un caso donde el barco fue tiroteado y varias personas a bordo murieron. La cifra oficial de muertos dada por los medios de comunicación internacionales es de 1000, pero los informes procedentes de los campos de batalla hablan de entre 3.000 y 4.000 muertos y muchos desaparecido.  La capital de Juba está en calma actualmente, pero existe el temor a la venganza, el aumento de la violencia y el ataque de los rebeldes en los próximos días. Las noticias sobre las negociaciones de paz en Addis Abeba no consuelan ni alivian y la lucha se intensifica. Los lideres y altos mandos militares alimentan el conflicto y este parece no tener fin.
Si no se envían más fuerzas de paz de la ONU para actuar como elemento disuasorio este escenario incontrolable se hundirá todavía más en la espiral de violencia y se dividirá en dos. Los enfrentamientos siguen cobrando impulso y las facciones enfrentadas tienen sed de venganza. Hemos oído hablar de jóvenes en campamentos expresando abiertamente su sed de venganza.

Nuestra misión en Gumbo (Juba) está a salvo de estas atrocidades pero recibimos regularmente victimas afectadas por la violencia y los enfrentamientos. Tuvimos que atender a familias afectadas por ataques malintencionados. Tratamos de enviar a algunos fuera del país con la protección de la policía, ya que son “objetivo” de los ataques, mientras que otros han sido acompañados con seguridad a los compounds de la ONU. Hoy hemos recibido más de 100 familias -en su mayoría mujeres y niños- de la zona de Bor, donde se produjeron enfrentamientos violentos con artillería pesada.

Estamos intentando proporcionar un poco de comida, agua potable, vivienda y atención médica básica,  pero no estamos bien preparados para enfrentarnos a este tipo de crisis. Actualmente, estamos tratando de ayudar a 4 grupos diferentes de desplazados internos (Gumbo, Mogri, Mori y Belinia), de entre 300-400 familias. El número está aumentando y los estamos refugiando en nuestros locales de la misión.

En medio de esta tragedia, Dios nos ha sorprendido: una madre dio a luz a un niño encantador nada más llegar a nuestras instalaciones.
Los diálogos de paz y las intervenciones humanitarias podrían aliviar algunas de las dificultades y evitar una crisis más grave. Necesitamos una intervención divina. Hacemos un llamamiento a todo el mundo para que recen por el cese inmediato de estos enfrentamientos. Que Jesús, el príncipe de la paz, toque el corazón de los líderes, comandantes y políticos, para que tomen decisiones por el bien de las personas que están sufriendo y por el bien de la nación.»