La destrucción causada por una de las mayores explosiones nucleares de la historia se suma a la crisis y a la pobreza que sufre el país, también al aumento de casos de coronavirus tras suspender las pruebas para detectarlo. Los Salesianos, con dos casas a 30 kilómetros de la capital, han salido a la calle desde el primer momento para ayudar a desescombrar las viviendas de las personas mayores y prestar ayuda a los más necesitados. Gracias a los jóvenes animadores salesianos, junto a otros jóvenes de todas las confesiones religiosas, la esperanza es más fuerte que la destrucción.
La onda expansiva destruyó todo lo que encontró a su paso en 10 kilómetros. Más de 300.000 personas, el 15% de la población, se han quedado sin hogar y 100.000 menores se han visto afectados psicológica y físicamente. Medio millón de personas necesitará durante los próximos meses ayuda humanitaria urgente tras haber perdido sus casas, sus negocios y a familiares. El país sobrevive desde el 4 de agosto con 16 centros hospitalarios dañados por la explosión y más de 120 escuelas igualmente afectadas.
Atención médica, alimentos, acompañamiento psicológico y espiritual, ayuda económica y refugio son los objetivos con los que hemos comenzado a trabajar con la población más afectada por las explosiones. Muchos refugiados iraquíes y sirios, cuyas condiciones socioeconómicas eran muy difíciles por el coronavirus, se han visto afectados por los daños de la onda expansiva; muchos resultaron heridos; sus hijos han sufrido golpes y pequeñas heridas, pero sobre todo traumas, al haber revivido los recuerdos de la guerra
Junto a Misiones Salesianas, hemos enviado ya 10.000 euros. Las ayudas concretas de productos de primera necesidad se han entregado a 80 familias. A otras 150 se les ha dado una pequeña ayuda económica y hay una provisión para 50 becas de estudio para jóvenes de familias lo han perdido todo. Asimismo se ha ofrecido alojamiento a 20 menores de las familias más afectadas para alejarlos del centro de la ciudad y ayudarlos psicológicamente con actividades de ocio.
Seis jóvenes voluntarios salesianos salieron a las calles y se unieron a los de otras confesiones religiosas para desescombrar calles y acceder a las viviendas de las personas mayores. Son un ejemplo de la fuerza y la solidaridad de la juventud.
“Necesitamos vuestra ayuda, espiritual y también económica, para ofrecérsela a los damnificados por las explosiones y que lo han perdido todo. Con vuestra generosidad, entre todos contribuiremos a reconstruir Beirut y seguiremos al lado de los más vulnerables y necesitados; porque la vida es más fuerte que la muerte.” Son las palabras de Simon Zakerian, misionero salesiano en Líbano que dirige el Centro Técnico Don Bosco en la ciudad de Biblos.
Ayúdanos con esta emergencia. Colabora con Misiones Salesianas haciendo click aquí.